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Tribuna - Miguel Angel Luna

MOMENTOS DE OPORTUNIDADES

 

33 años en puestos directivos en banca, con proyectos apasionantes como Banco Banif Banqueros Personales y Activobank, con vivencias únicas como estar cerca de Luis Valls y de grandes profesionales en Popular y en Santander España y ahora, desde la humildad, como Socio de Signium.

 

No voy negar que no haya sido fácil dejar el Santander el 1 de Enero, sobre todo cuando me encuentro con las ganas de los 25 y la madurez de los 58 pero me quedo con los años y medio que están llenos de experiencias diferentes y con grandes directivos.

 

Alguien me enseñó que todo es para bien y os garantizo que, pasado el tiempo, las cosas que están sucediendo, vistas con la distancia de los meses, nos habrán servido para muchas aprender muchos puntos, siempre positivos.

 

Y de esto quiero hablaros, de los momentos de oportunidades que nos están aguardando como directivos, como prejubilados, como autónomos, como empresarios, como ciudadanos, como sociedad civil, como políticos. Lo pasado, pasado esté, el futuro, Dios dirá… Hay que vivir con la prudencia necesaria, cada momento como si fuera el último.

 

Aprendí, hace mucho a no hablar mal de nadie, a no juzgar a nadie pues nunca tenemos toda la información y sobre todo me enseñaron a dar las gracias, pedir perdón y pedir que me ayuden más y mejor.

 

Esta introducción es para lanzar un mensaje positivo a quien tenga un rato para leer esta nota, pues saldremos más fuertes, más unidos y con un panorama lleno de oportunidades.

 

Soy digital, creo en lo digital, mis hijos piensan en digital pero estos momentos me animan a poner en valor a las personas donde se engloban los clientes internos, los clientes externos, los proveedores, los potenciales.

 

Nada será lo mismo y cuando volvamos, se tiene que notar con hechos que hemos cambiado. Hemos cambiado en valorar más las cosas pequeñas, en valorar al que tenemos al lado, en lo social, en la familia, en lo profesional, en como tratamos a los demás, en como cuidamos la naturaleza. La vieja Europa estaba en un declive de valores, en un declive moral. Se acabó Roma en su esplendor y Europa llevaba el mismo camino.

 

Es un momento de reflexión, de ser positivos pero de hacer autoexamen y mirar hacia dentro. Es un momento de preguntarnos como puedo tratar mejor a mis compañeros de trabajo, a nuestras familias, a nuestros padres, que tanto nos han dado  y poco les hemos devuelto, de cómo tratar mejor a los clientes que en el fondo, y perdonar que sea cursi, solo quieren que les queramos, que seamos trasparentes, que nos anticipemos, que les digamos lo bueno y lo menos bueno, que reconozcamos que nos hemos equivocado, que pidamos perdón.

 

Es un momento de valorar más y mejor el talento de las personas y sobre todo de ayudar a entender a todos, que todos tenemos que vender no lo que queremos porque conviene a la empresa sino por qué es lo mejor para el cliente. Se acabaron los cortos plazos, esto es una carrera de fondo donde buscamos la fidelidad del cliente interno y del externo, donde queremos que cada cliente sea nuestro mejor prescriptor en una cena, con nuestros vecinos, con nuestra familia. Hemos de perder el miedo a escuchar sin temor a lo que nos digan, desde la educación. lo que piensan los clientes o los colaboradores.

 

Hemos de recuperar lo importancia de lo emocional, de la piel, de mirarnos a los ojos, de conocer al cliente y a las personas que tenemos cerca, no solo por los algoritmos, o porque son de un color o de otro, o de un equipo o de otro.

 

Muchas veces me han preguntado cual era el éxito del Popular y siempre contesto que éramos personas disponibles las 24 horas y qué si había que ir a polígono a las 6 de la mañana a ver a un cliente, allí estábamos. Creo en las pymes en los autónomos. He visto a mi padre, que vino de León con 14 años, dejarse la vida por sus hijos trabajando de carnicero, emprendiendo en otras cosas, como tanta gente.

 

Todos somos importantes, desde la señora de la limpieza que nos limpia la oficina hasta el presidente de la compañía. Todos tenemos sentido común pero que poco escuchamos a los demás. Hemos de valorar lo que hacen los otros, el que tenemos cerca y el que tenemos lejos. Cambiar el mundo es cambiar nosotros. Es más fácil dejarlo todo y hacer cosas muy llamativas que preocuparnos por el que tenemos cerca en el trabajo, en la familia.

 

Es el momento de compartir, de la solidaridad, de ver cuantas cosas nos sobran que para otros son necesarias.

 

No quiero ser un pesado y dar ejemplo de nada. Soy el más burro de todos los que lean estas reflexiones, pero si tengo claro que nos encontramos ante una oportunidad única de cambiar en nuestra vida personal y en nuestra vida profesional.

 

Acabo dando las gracias a tantas personas que dan sin esperar, sin egoísmos. Creo en el ser humano a pesar de nuestras miserias y creo en un Dios que es Padre y que nos quiere a todos, uno o uno, pues cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles.

 

Miguel Angel Luna - Senior Partner de Signium

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